El peso de la ciencia

Hoy celebramos el día sin mochilas por iniciativa de Blanca Usoz,  médica que se ha dispuesto a concienciar a toda la comunidad virtual del peligro de cargar pesadas mochilas sobre los hombros de los niños y adolescentes actuales.

img_4046Quiero contribuir a la causa con un comentario corto pero apoyado en dos fotografías que reflejan los cambios acaecidos en 40 años. En las imágenes que pueden observarse más abajo, podemos comprobar  el peso de  4 libros «antiguos» (sí, son los míos y se conservan bastante bien) y el peso de 4 libros modernos (sí, los de mis hijos). No veo justificada la tremenda diferencia de casi 2 kg ( y eso que «solo» hemos puesto 4 libros; hay que imaginar lo que sucedería con 6 o 7)  que hay entre el pasado y el presente. ¿Es necesario que los libros de texto estén editados con un papel satinado, grueso y de calidad superior?  Si los míos han hecho su papel (nunca mejor dicho)  con un menor tamaño y sin tanto lujo ¿a quién beneficia editarlos como si tuvieran que durar 100 años si además los contenidos cambian y casi nunca sirven ni para el hermano menor dos años inferior en edad?, ¿es necesario que parezcan tomos enciclopédicos con unas dimensiones que rebasan cualquier cartera normal? Creo que es sencillo responder estas preguntas.

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Los pediatras vemos muchas familias que nos consultan por dolores de espalda en sus hijos y solicitan radiografías no sea que tengan «algo»; en ocasiones,  no pueden imaginar que la causa de esos dolores no radica en una misteriosa enfermedad o en el hecho de que crecer hace «estirar» los huesos. Es algo tan sencillo como la mala costumbre de llevar mochilas pesadas que exceden toda lógica (ni que fueran a escalar el Everest). Si los jóvenes universitarios no llevan semejantes cargas y están cursando, en teoría, los estudios de máximo nivel que se pueden cursar en nuestra sociedad, ¿tenemos que cargar a los niños como burros cada día?

Hay un tema evidente: cuando yo era niño dejábamos casi todos los libros y cuadernos en el pupitre y nadie los tocaba, menos el libro que debíamos repasar un poco en casa. Al parecer, esto, que es tan sencillo, no es factible ahora por la existencia habitual de amigos de lo ajeno, constituyendo una de las causas por las que hay que hacer todo un traslado de manera diaria, de los libros que corresponden a las 5-6 asignaturas que se imparten cada día.

En fin, a ver si entre todos, editoriales, padres, profesores…conseguimos unas espaldas más saludables.

Carlos Casabona, grupo Pantomaka